Madre Querida
A mi madre tan querida
Yo jamás podré olvidar
Mientras dure aquí en mi vida
Mientras mi alma pueda amar.
A mi madre tan querida
La honraré toda la vida
Su enseñanza y su guía,
Nadie la podrá igualar.
La bendita madre mía
En la infancia me instruyó
Ella fue luz y alegría
Que mis penas mitigo.
De sus manos mil caricias
Y mil besos recibí,
Sus consejos, mis delicias
Y su eterno amor sentí.
Sus miradas de ternura
Sus consejos con amor,
Y sus ruegos a la altura
Han llegado al Salvador.
EJEMPLOS DE AMOR MATERNAL
El amor de Agar por su hijo
“y se fue y se sentó enfrente, a distancia de un tiro de arco; porque decía: No veré cuando el muchacho muera. Y cuando ella se sentó enfrente, el muchacho alzó su voz y lloró” .
Génesis 21:16
La Madre de Moisés
“Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río”.
Éxodo 2:3
La Madre de Samuel
“Y le hacía su madre una túnica pequeña y se la traía cada año, cuando subía con su marido para ofrecer el sacrificio acostumbrado”.
1º Samuel 2:19
LAS MANOS DE MI MADRE
Manos las de mi madre, tan acariciadoras,
Tan de seda, tan de ella, blancas y bienhechoras.
¡Son santas, son las que aman,
Las que todo prodigan y nada me reclaman!
¡Las que por aliviarme de dudas y querellas,
Me sacan las espinas y se las clavan en ellas!
Para el ardor ingrato de recónditas penas,
No hay como la frescura de esas dos azucenas.
¡Ellas cuando la vida deja mis flores mustias
Son dos milagros blancos apaciguando angustias!
Y cuando del destino me acosan las maldades,
Son dos alas de paz sobre mis tempestades.
Ellas son las celestes; las milagrosas, ellas,
Porque hacen que en mi sombra me florezcan estrellas.
Para el dolor, caricias; para el pesar, unción;
¡Son manos que tienen corazón!
(Rosal de rosas blancas de tersuras eternas:
Aprended de blancuras en las manos maternas).
Yo que llevo en el alma las dudas escondidas,
Cuando tengo las alas de la ilusión caídas,
¡Las manos maternales aquí en mi pecho son
Como dos alas quietas sobre mi corazón!
¡Las manos de mi madre saben borrar tristezas!
¡Las manos de mi madre perfuman con terneza!
¡Las manos de mi madre son una bendición!
2ª Timoteo 1:5
“Trayendo a la memoria la fe no fingida que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida, y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también”.