ÉL MURIÓ POR TI |
Lee / Juan 19:1-37
A los 33 años Jesús fue condenado a muerte. La “peor” muerte de la época.
Sólo los peores criminales murieron cómo Jesús. Y con Jesús todavía fue peor,
porque no todos los criminales condenados a aquel castigo recibieron clavos en
sus extremidades.
Sí, fueron
clavos… ¡y de los grandes! Cada uno tenía de 15 a 20 cm, con una punta de 6 cm, el otro extremo puntiagudo. Ellos eran
clavados en las muñecas y no en las manos como dicen. En la muñeca, hay tendones
flexores que inflaman el nervio mediano y llegan a nuestro
hombro por inflamación refleja; y cuando los clavos fueron martillados, esos
tendones se rompieron obligando a Jesús a forzar todos los músculos de su
espalda, por tener sus muñecas clavadas, para poder respirar porque perdía todo
el aire de sus pulmones – Lucas 23:26-33
De esta forma era obligado a apoyarse en el clavo clavado en sus pies que
todavía era más grande que el de sus manos, porque clavaban los dos pies
juntos. Y como sus pies no aguantarían por mucho tiempo sin rasgarse también,
Jesús era obligado a alternar ese “ciclo” simplemente para lograr respirar, pues esta situación provoca espasmos musculares agobiantes que sacudían todo el cuerpo, generando un dolor desgarrador – Mateo 27:31; Juan 19:31-33
Jesús aguantó esa situación por 6 horas. Sí, ¡6 horas!
Mucho tiempo, ¿verdad?– Marcos 15:25, 33. Había
un propósito una enseñanza, muchas veces nosotros en el diario vivir nos pasan
cosas insignificantes y creemos que no podemos superar la situación, Dios nos
demuestra que no importa la situación que estemos pasando, lo podemos superar con la ayuda y el poder de Jesús – Juan 19:33-37
A través de su cuerpo lastimado brutalmente, le salía agua de sus cortes y heridas. Cuando lo imaginamos
herido, imaginamos sus yagas, pero no. Las de Él eran verdaderos agujeros,
agujeros hechos en su cuerpo… – Juan 23:46
El cuerpo humano está compuesto de aproximadamente 3,5 litros de sangre (en un adulto). Jesús derramó 3,5 litros
de sangre; tuvo tres clavos enormes clavados en sus extremidades; una corona de
espinas en su cabeza y además un soldado romano le clavó una lanza en su costado
(tórax) – Juan 19:34.
Todo esto sin mencionar la humillación que pasó, su cuerpo fue flagelado, maltratado, el instrumento utilizado era una empuñadura de madera que le colgaban varias tiras de cuero, que en la punta tenía pedazos de metal o hueso – Juan 19:1. La "corona" se elaboró con ramas puntiagudas de hasta 30 cm de largo pertenecientes a algunas palma datilera; las espinas atravesaron la cabeza y constituyeron un elemento más a su intenso sufrimiento – Juan 19:2. Jesús tuvo que cargar su propia cruz; un travesaño horizontal atado a sus hombros por casi dos kilómetros, mientras la multitud le escupía el rostro
y le tiraba piedras (la cruz pesaba cerca de 30 kilos, tan solo en la parte superior, en la
que le clavaron sus manos) – Juan 19:17
* Para que fuésemos salvos por su sangre derramada para perdón de nuestros
pecados.
* ¡Jesús murió por todos sin excepción!
* ¡Para que tengas vida y vida en abundancia!
* ¡Para que tengas vida y vida en abundancia!
RECUERDA
*** Él es la puerta
segura a la eternidad.
*** Él es el fiel
amigo que siempre está cuando le necesitamos.
*** Él que siempre
permanece cuando otros se alejan.
*** Él que siempre
te guarda y desea ser tu amigo y compañero diario.
* Cambia tu respuesta y confesión o
renueva tu respuesta y confesión,
pero
no lo entregues, ni lo niegues, ni lo crucifiques.
¡ÉL MURIÓ POR TI Y POR MI! ¿Y tú que has hecho por
Él?
¡CLAMA!.... ¡CREE!.... Y... ¡CONFÍA!...
¡CRISTO SIGUE ESPERANDO POR TI!
¡SU AMOR POR TI NO TIENE FIN!
Dile hoy:- ¡Tú eres mi Salvador y mi Señor!
“Más
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo
murió por nosotros” – Romanos 5:8
1 comentario:
Amen.
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