“Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, mucho más, estando reconciliados, seremos salvos por su vida. Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por quien hemos recibido ahora la reconciliación”.
Romanos 5:10-11
V La Cruz significó el paraíso para el ladrón que murió junto a Jesús. Fue el anhelado descanso para una vida malgastada, fue la recompensa más grande que nadie podía pagar, más solo su compañero de crucifixión.
V Para aquél soldado que traspasó el cuerpo de Jesús, la Cruz fue la señal de que aquél hombre en verdad era el Hijo de Dios.
V Para aquél que clama desesperanzado en un cuarto solo a punto de quitarse la vida, la Cruz se convirtió en su única salvación.
V Para aquel cuyo dolor traspasó su alma, la Cruz fue el único bálsamo que pudo restaurarle.
V Para aquel quien había perdido toda cordura, la Cruz pagó el preció para sanarle.
V Para aquel quien era atormentado sin descanso, la Cruz fue lo único con el Poder suficiente para libertarle.
V Para aquel que era un juguete del enemigo, la Cruz le dio potestad para que hoy el enemigo esté bajo sus pies.
V Para todo aquel que estaba muerto, la Cruz fue lo único que le devolvió la vida de manera eterna.
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