EL PODER DEL PERDON….
“Y cuando estéis orando; perdonad si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas”
Marcos 11:25
Indefectiblemente es imposible orar con un corazón amargado, un sentimiento de amargura o enojos. El altar debe ser ocasión para redimir nuestros sentimientos, purificar nuestras intenciones y purificar nuestras almas de todo resentimiento con los demás. Considerando que la ira del hombre no obra la justicia de Dios, aquí se nos ofrece una excelente oportunidad para sanar heridas y facilitar nuestra comunión con Dios. El perdonar es acción de los fuertes, los débiles son arrastrados por los celos, la envida y el odio.
Cuando perdonamos no estamos haciéndole bien al ofensor sino a nosotros para ganar nuestra paz y cerrar la puerta del corazón a todos los males que acompañan al rencor. Aun cuando no tengamos de frente al sujeto, el mismo Espíritu Santo que nos conecta con el Padre, tiene el poder para comunicar al ofensor nuestro perdón. De esa acción depende en gran medida nuestra salud emocional. Cuanto más pronto pronunciemos la palabra de perdón sentiremos la felicidad que sigue a esta maravillosa acción. Si deseamos ser perdonados tenemos que ejercitar el perdón; si amamos la salud de nuestras emociones necesitamos ser diligentes en desalojar pensamientos de rencor de nuestro corazón.
Cuando vuelvas al altar, antes de iniciar la oración; debes expulsar todo sentimiento de venganza, todo rencor, toda amargura. Esto te permitirá orar con poder, experimentar la presencia de Dios y disfrutar de su paz y bendición. Nunca tendrás respuesta divina hasta no haber perdonado de corazón, mientras tu mente no haya enviado un mensaje de paz a quienes les ofendieron. Tenemos que seguir el modelo de Cristo que bendijo a sus enemigos, perdono a sus verdugos y jamás profirió maldición contra sus perseguidores.
* EL perdón le da poder a tu oración y acelera la respuesta a tu petición.
* Si perdonas orando sentirás la presencia del Espíritu Santo insuflando nuevas fuerzas a tu vida y una profunda sensación de paz interior.
Recuerda que Dios no recibirá tu oración hasta que no hayas perdonado y entonces tú también recibirás el perdón de Dios a todas tus ofensas.
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