“Por eso me armo de valor,
y me digo a mí mismo:
«Pon tu confianza en Dios.
¡Sí, pon tu confianza en él!»”
«Pon tu confianza en Dios.
¡Sí, pon tu confianza en él!»”
Salmos 27:14
Hay dos opciones: Rendirte o Seguir luchando; la más fácil es la primera y no solo la más fácil sino la que más ronda nuestra cabeza.
Y es que no vamos a negar que hay momentos en la vida en donde quisiéramos rendirnos de una vez por todas. En donde pareciera que por mas esfuerzo que realicemos no vemos ningún cambio, en donde todo se pone en contra y es más fácil pensar que seremos vencidos que en vencer.
Yo he estado allí, se lo que se siente al ver que el panorama no cambia, se lo que se siente tener la sensación de no poder mas y querer dejar todo de una vez por todas.
Y es que en más de alguna ocasión he tenido esa interrogante en mi vida: ¿Me rindo? ó ¿Sigo Luchando?, es obvia la respuesta que he elegido, pero eso no significa que no haya sentido en algún momento el amargo sabor de la derrota o no haya olido el mal olor del fracaso.
Y es que tenemos que entender una cosa: Podemos perder batallas, pero jamás una guerra. Y es que a veces pensamos que de esa no saldremos, vemos tan enorme el desierto que pensamos que moriremos en el. Creemos que esa batalla es la ultima y terminaremos aniquilados, cuando en realidad lo nuestro no es una batalla, sino un guerra la cual aun no hemos perdido.
Quizá lo últimos días aquella sensación de rendirte se ha apoderado de tu mente, no existe otro pensamiento que el tirar la toalla, quieres colgar los guantes, entregar tu arma del ejército de Dios y decir: ¡No puedo más!
Quizá esa terrible sensación se ha apoderado de tu corazón, el cual palpita de una forma diferente, hay como una angustia y una indecisión, por una parte quisieras rendirte porque ya no puedes más, pero por otra parte sabes que sin Dios no eres nada.
No escojas rendirte, jamás rendirse será una opción, porque no somos de los que nos rendimos, sino de los que siguen luchando. Seguramente esta batalla que estás perdiendo, quizá no será la última que pierdas, quizá vendrán otras en las que te sentirás derrotado, pero tienes que entender que una batalla no dictara tu futuro completo, al contrario, de esa derrota puedes aprender algo bueno, para que en la próxima puedas vencer en ese mismo campo de batalla.
El hecho que hayas tropezado no significa que permanecerás en el suelo por toda la vida, sino que lo que significa es que Dios está a punto de extender su mano para levantarte y decirte: “¡Vamos no te rindas!”
No pienses que lo que estas pasando en demasiado difícil, existen millones de personas más, que estamos pasando por situaciones que creemos también que son muy pero muy difíciles, y sin embargo seguimos confiando en que Dios hará algo.
No estés pensando más en esa mala decisión de rendirte, ¡No!, jamás ese pensamiento de derrota total vendrá de parte de Dios, porque Dios no te ve como un derrotado, ni como un fracasado, Él te ve como un VICTORIOSO, como un VENCEDOR, como alguien con la capacidad de poder soportar todo lo que está viviendo, porque Dios jamás pondría sobre tu vida una carga que no puedas soportar.
¡Vamos! ¡Sigue luchando!, esto pasará, ya lo veras, ninguna tribulación acá en la tierra es eterna, sino que todas son momentáneas.
¡Párate! ¡Toma tus armas! ¡Sigue luchando! una sola batalla no determinara lo que realmente Dios tiene para ti, esta guerra apenas comienza y la mejor garantía de victoria que tienes es que el General de los Ejércitos es nuestro Dios Todopoderoso.
¡Sigamos en la lucha!, esto no ha terminado, toda clase de pensamientos de derrota es echado fuera y declaramos que nuestra vida depende de Dios, quien tendrá siempre el cuidado de guardarnos, fortalecernos, animarnos y sobre todo respaldarnos en esta lucha diaria.
¡No te rindas! ¡Sigue Luchando!
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