Dios ha provisto su Palabra, la Biblia – (el manual de vida por excelencia) - para que, obedeciéndola tengamos menos probabilidades de cometer errores. ¡Cuando las cosas salgan mal, no culpes a Dios!
El Salmo 119:101 dice: "Aparto mis pies de toda mala senda para cumplir con tu palabra".
Podemos entender de forma personal y como desafío y entonces diríamos: "Por cumplir tus palabras, mis pies se apartan de toda mala senda". Ahora leyendo lo mismo pero en forma negativa, quedaría así: "Por no cumplir tu palabra, mis pies han permanecido, persistido, continuado en la senda mala"
No hace falta decir las consecuencias de permanecer en malas sendas, mantenernos en las malas costumbres, vivir a nuestro antojo y decisión, buscar hacer la nuestra sin importar si es o no voluntad de Dios.
Pero hay una verdad que no podemos dejar pasar por alto “cuando las cosas nos salgan mal”.
Cuando eso suceda, cuando las cosas que hemos emprendido no han salido como desearíamos, cuando la adversidad toque a nuestra puerta, cuando las cosas nos salgan mal, ¡NO CULPES A DIOS!
Reflexiona y considera cual ha sido tu proceder. Entonces levántate, pon tus pies en la senda correcta, mira a Cristo y sigue caminando con la esperanza que el Señor nos bendecirá siempre.
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